Una vez más estamos ante una carta que con una
primera visual ya nos transmite positividad, calor y alegría. El sol que corona
la lámina, a pesar de no sonreír, tiene expresión serena y de estabilidad,
estamos seguros que estará ahí alumbrándonos y aportándonos su energía y
vitalidad.
Pero el verdadero protagonista de la carta es
el niño libre, feliz y en un jardín. El muro tiste que tiene detrás lo separa
de la realidad, él está en un lugar de alegría y felicidad con la fuerza y
pureza que le da ese caballo en el que monta y contemplado y avalado por los
girasoles que parecen mirarle. La pluma de la cabeza y la bandera que lleva el
protagonista
Para mí, personalmente, esta carta me habla de
la alegría natural del ser humano sin “corromper” por la vida y el mundo: “Dios
proveerá”
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