Aunque esta carta suele costar mucho en las
interpretaciones noveles, en realidad es bastante significativa a simple vista
y en su propio nombre.
Un hombre anciano, quieto, con la cabeza baja
que alumbra con un candil el camino. La inteligencia que da la experiencia y el
pensar con madurez hacen que las cosas se vean con más luz muchas veces… La edad
y la soledad pueden parecer atributos negativos, pero en el personaje del
ermitaño, siempre acaban sacando su lado más productivo y a nivel mental, de
grandes pensamientos profundos o de filosofía.
Al anciano a lo mejor le cuesta andar de
prisa, pero seguramente no se caerá porque puede ver el camino y analizarlo
mucho mejor que alguien joven.
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